El médico internista y magíster en Salud Pública consideró que el anuncio del Gobierno “tiene toda la lógica sanitaria” y descartó que la medida repercuta en un impacto financiero significativo para el sistema público.
Tras el anuncio del programa “Copago Cero” por parte del presidente Gabriel Boric, será que a partir de septiembre las personas que se encuentran en los tramos C y D del Fondo Nacional de Salud, menores de 60 años, tendrán gratuidad en sus atenciones en la Red Pública.
La iniciativa, que tendrá un costo anual para el fisco de $21 mil millones, beneficiará a más de cinco millones de personas, toda vez que actualmente dichos en dichos tramos se tiene que pagar entre un 10% y un 20% del valor de sus atenciones, respectivamente.
Esto, considerando que las personas que se encuentran en el tramo C perciben un ingreso imponible mensual mayor a $380.000 y menor o igual a $554.800, mientras las del Tramo D perciben un ingreso mayor a $554.800.
En entrevista con Radio Universidad de Chile, el médico internista y máster en Salud Pública, doctor Juan Carlos Said, valoró este anuncio, puesto que “uno de los mayores problemas que tiene nuestro país es el excesivo gasto de bolsillo en salud. Somos el cuarto país de la OCDE con mayor gasto, es decir, que los pacientes tienen que pagar de su propio bolsillo para financiar medicamentos o copagos”.
En ese sentido, Said planteó que sin esta medida “un paciente que está en Fonasa C si se hospitalizaba tenía que copagar un 10% de esa hospitalización, lo cual puede significar algo muy problemático. Recordemos que la persona está enferma y un copago en ese contexto significa un porcentaje muy importante del sueldo, por ejemplo, la mitad del sueldo del mes de una persona que gana $380.000”.
Asimismo, planteó que la eliminación de los copagos “es una medida que en general se ha implementado en casi todos los países desarrollados, dado que tienden en general a desincentivar la atención médica, no solo en el sentido de consultas que pudieran ser a veces innecesarias, sino que también desincentivan consultas necesarias, es decir, pacientes que postergan su atención por temor al costo que pudiera tener la atención en salud y eso a la larga incrementa los costos globales del sistema de salud que termina atendiendo a pacientes, por ejemplo, que esperaron o postergaron su atención que terminan tendiendo un problema de salud más complicado”.
De hecho, comentó que la eliminación de los copagos “es una tendencia mundial. No hay copagos, por ejemplo, en el sistema inglés, japonés o los copagos son reembolsados completamente, dado que es una medida que no aporta a facilitar el acceso a la atención médica de las personas”.
“Es importante considerar que una persona que gana $380.000 que está en Fonasa C no es una persona rica. Entonces, esta segmentación de Fonasa no tiene mucho sentido, dado que distingue entre personas que están en una situación de pobreza y personas que tienen una mejor situación económica, pero que lejos de una que le permita enfrentar con holgura gastos extra en salud. Entonces, el copago las perjudica particularmente, puesto que las personas de menor ingreso destinan una proporción mayor de su sueldo a estos gastos en salud y que podrían utilizar en otras cosas, como alimentación, vivienda, etc”, dijo.
Por otra parte, el médico internista afirmó que el fin del copago no conllevaría un mayor perjuicio económico para Fonasa, puesto que “representa el 0,2% del gasto total, $21 mil millones es poco en términos de recurso total de Fonasa, pero para un paciente es mucho. Entonces, es una medida que tiene un valor social muy significativo y un costo para el Estado muy pequeño. Es hacer una transferencia directa a esa persona que está enferma y decirle ‘mira, tú estás enferma, te hospitalizaste, ahora vas a necesitar probablemente más esos recursos de lo que lo necesita el Estado, entonces quédatelos’”.
Desde esa perspectiva, sostuvo que “es difícil pensar que el copago va a generar mayores hospitalizaciones, lo que uno debería esperar sí es que los pacientes que se hospitalizan y que lo hacen por motivos concretos, no experimenten un gasto en salud excesivo que signifique finalmente generarles un problema financiero”.
Finalmente, el doctor Juan Carlos Said desestimó los cuestionamientos del exministro de Salud, Jaime Mañalich, quien en conversación con Radio Duna comentó que el programa “Copago Cero” no se acogería al principio de legalidad, toda vez que, al irrogar gasto fiscal, debiera tramitarse vía Ley de Presupuestos y que, más bien, obedecería a una “campaña comunicacional por el Apruebo”.
“Creo que exministro Mañalich se preocupa de la forma y no del fondo. Acá la pregunta que nos tenemos que hacer es si efectivamente el copago tiene algún sentido sanitario o si es algo que simplemente perjudica a los pacientes y que aporta una cifra poco significativa de recursos al Estado. El copago es ineficiente”, aseveró.
En ese sentido, detalló que “por ejemplo, en el Hospital de La Florida 80% de los copagos recaudados son menores a $10.000. Entonces, estamos hablando de que se crea una institucionalidad en el hospital para cobrar copagos que en su mayoría son de poca cuantía para el Estado. El copago lo único que hace es aumentar la burocracia administrativa y generar costos innecesarios al hospital, al paciente y poner en una situación de mayor fragilidad financiera a personas que ya están pasando por un momento difícil”.
“Estamos claros que el sistema de salud tiene muchos problemas, pero eso no significa que esto no sea una buena medida y que vaya en la dirección correcta. Esto no resuelve todos los problemas, están las listas de espera GES, las listas de espera quirúrgicas, obviamente hay que hacer un plan específico para eso, pero el fin del copago es claramente una medida que tiene toda la lógica sanitaria”, manifestó.
Crédito: Natalia Palma – Diario UChile